Le pedí con ansias, me diera el consuelo, que de mis pesares, pudiera encontrar, a un cariño puro, que es mi ansiado anhelo y en su encanto pueda, la dicha alcanzar.
Hoy ya mi camino, se me ha iluminado, he encontrado a un alma, de encanto sin par, que con su ternura mi vida ha cambiado y en mi pecho ha vuelto, la dicha a reinar.
Es un alma pura, de encanto y belleza; sus ojos prodigan la luz celestial, en su cuerpo hermoso de linda princesa, sus formas de diosa, lucen lo sensual.
Su voz es el canto, dulce y melodioso;
que semeja a un coro, sacro y celestial, su tono produce, la paz y alborozo; que envuelve a mi alma, luz espiritual.
Por eso a la Virgen, de amor arrobado, las gracias prodigo por tanta ventura, que oyendo mis rezos, me haya regalado, la mujer que ansiaba, en esencia pura.
De Norandino Aranda