Esta pertenencia-comunión se da en tres momentos:
1.- Vivir en comunión las vivencias.
☺ La convivencia familiar es vivir en comunión todos los sucesos de la vida
de cada uno de los integrantes de la
familia. Es compartir las vivencias propias y la de los demás. Es comunicarnos
unos a otros nuestras penas y alegrías, nuestros temores, sueños y esperanzas.
☺ La
vivencia en común de todas las peripecias de la existencia, incluso de aquellas
que podemos vivir a solas, eso es lo que en primer término hace a la familia.
☺ Sin
comunicación no hay comunión. La comunicación es “biodireccional (diálogo) y
exige cariño, respeto, interés en el otro. Generosidad en tiempo, confianza,
lealtad... Exige apertura de uno y actitud de escucha en el otro/s.
2.- Vivir en comunión de vivencias.
☺ La
comunicación de nuestras vivencias personales es muy importante. Pero en la
familia debemos añadir experiencias vividas entre todos los de casa. Son
importantes los momentos en los que disfrutamos de alguna actividad familiar.
El primero y más frecuente es el momento de compartir los alimentos (momento sagrado de la familia). A estos, podemos
añadir algunas más ocasionales: paseos, visitas a algún familiar, celebraciones
de cumpleaños, aniversario de bodas de nuestros padres, etc.
☺ La misma
importancia tiene el cuidado de nuestra casa. La casa es de todos y para
todos...pero también arreglada por todos. Ninguno –al menos que esté
imposibilitado por una enfermedad–
podrá excluirse de servir en las tareas domésticas.
3.- Vivir en comunión la diferencia de
vivencia.
☺ Aunque
formamos una misma familia, somos diferentes. Pero esto no impide que conversemos nuestras diferencias tanto de
temperamento como de opciones vitales. Unidad no es uniformidad, sino diversidad. Se trata de una diversidad al servicio de la unidad, de la vida.
☺ La convivencia
ha de saber integrar el conflicto: inevitables choques de carácter,
confrontaciones y problemas de todo tipo, traspiés inesperados... La vivencia
de otros y con otros se llama, en ocasiones, cruz. Pero en convivencia,
hasta la cruz compartida de hace mas leve y menor.
La madura comunión en la familia es la primera e
insustituible escuela de socialización, ejemplo y estímulo para las relaciones
comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor.
☺ La caridad
comienza por casa –decimos–, pero la
caridad no se queda encerrada en ella. La familia, “célula de la sociedad”,
desde la experiencia del servicio mutuo forma a los suyos como buenos
ciudadanos, solidarios y responsables en la búsqueda del bien común.
☺ Las
relaciones del amor servicial entre los miembros de la comunidad familiar están
inspiradas y guiadas por la ley de la “gratuidad” que, respetando y
favoreciendo en todos y cada uno la dignidad personal como único título de
valor, se hace acogida, encuentro y diálogo, disponibilidad
desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda.
Así como la familia tiene una función social que se
inicia con el servicio de la vida y educación de sus miembros, también tiene
una función eclesial que implica la formación en la fe de los discípulos de
Jesús, a cuya comunidad de salvación pertenecen por el bautismo.
Reflexión Bíblica:
A la luz del Evangelio según san Juan (17, 21-22), profundizamos:
-¿Qué pide Jesús al Padre?
-¿Para que pide Jesús que todos sean uno?
-¿Cómo debe ser nuestra unidad?
-Nosotros, seguidores de Jesús, ¿por qué nos debemos caracterizar?
-Una familia cristiana, un joven cristiano, ¿qué testimonio debe dar a los demás?
-¿Mi familia se reúne para rezar y celebrar la eucaristía?
Porque creemos en Dios creemos también que la familia no es solo una institución natural, sino ocupa un lugar muy importante en el Plan de Dios, tiene la misión de anunciar que Dios es familia, que es Uno y Trino a la vez, que es Amor- Comunión.
La familia es tarea de todos, es responsabilidad de todos los que vivimos bajo el mismo techo.
El sentido de pertenencia debe ser alimentado y expresado por todos los miembros de la familia. No vale la excusa de ser menores de edad. Todos estamos obligados a dar lo mejor en proporción de nuestras posibilidades.