"Eres totalmente libre, pero tu libertad termina donde comienza la del otro"
Había una vez un hombre llamado "Vela" que, cansado de las tinieblas que rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz. Eso era su ansia, su deseo, su ambición: recibir luz. Un día "la luz verdadera que alumbra a todo hombre", llegó con su presencia contagiosa y lo iluminó, lo encendió. Y hombre "vela" se sintió feliz por haber recibido la luz que vence las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que el haber recibido la luz, constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia... Si tomó conciencia de que para que la luz perdurara en él, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse, de un morir constante... Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
A ratos pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un "estar ahí", tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz, para no sentirse tan molesto.
También se dio cuenta de que en el mundo, existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado, de alimentar la luz desde el interior se unió la llamada fuerte a defender la luz. De ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existen muchas velas apagadas; unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz, otras por miedo a derretirse... y las demás porque no pudieron defenderse de alguna corriente de aire. Y se preguntó muy preocupado: ¿podré yo encender otras velas? Y pensando descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba por todas partes "velas":
velas viejas,
velas de hombres,
velas de mujeres,
velas jóvenes, velas recién nacidas...
Y todas bien encendidas.
Cuando presentía que se acercaba al final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro:
¡CRISTO ESTA VIVO EN MI!
Para reflexionar:
1.- ¿Qué aspecto de tu vida te dicen que eres la luz para otros?
2.- ¿El análisis de tu vida (...) te da como resultado "luz o tiniebla"? ¿por qué?
LIBERTAD: libres para amar
La libertad es para crecer, para madurar, para mejorar, para ser capaz de escoger lo mejor siempre, lo que me hace más persona, más solidario, lo que da más sentido a mi vida.
Cada uno de nosotros es responsable de su propio crecimiento y de recorrer el verdadero camino de la libertad. Hay pasos en la vida que nadie puede dar por uno, sino que es uno mismo quien debe elegir crecer y hacerse responsable y solidario o vivir desde sus (mis) caprichos.
Si entendemos la libertad como el camino de realización de nuestros propios caprichos veremos las situaciones que nos invitan a crecer en responsabilidad como amenaza a mi felicidad.
Si entendemos la libertad como el camino para crecer responsable y solidariamente, seremos críticos ante toda situación y nos preguntaremos si nos ayudan a crecer como personas o de alguna manera nos lo impiden.
Así, las dificultades exteriores son algo así como las presiones que recibimos desde fuera y que nos impiden optar y vivir por lo que queremos en el fondo. Son las presiones de la publicidad o de nuestros grupos de amigos. Por ejemplo, en el ambiente donde vivimos algunas veces nos sentimos presionados, hay bromas hacia los compañeros que nos parecen bastante crueles, hay decisiones que son tomadas por el capricho de otro... pero callamos.
Pero las dificultades más difíciles son la interiores. Como si tuviéramos miedo de ser verdaderamente libres, de ser nosotros mismos. Libertad supone pensar, ser más critico con uno mismo y con todo lo que acontece a nuestro alrededor, supone decidirse a tomar responsabilidades, a hacerse más maduro, a ser más origina.
3.- ¿De qué manera Jesús demuestra su libertad?
Mc 3,31-35; Mc 8,31-33; Mt 23; Lc 13, 31-32
Mc 14,53-64; Jn 6,15; Mt 12, 11-12; Lc 13, 10-17
Mt 6,19-24; Lc 15 (Mt 7,29); Mt 6, 33; Mt 20,20-28
4.- ¿Cómo entiendes la libertad?
5.- ¿Cuáles son las cadenas que te atan? ¿cómo te liberas de ellas?