Si hoy casi todo el mundo celebra la navidad, lo hacen por costumbre, por cumplimiento o por cuestión social, mas no por el verdadero sentido. Es más, con tanta compra y venta de regalos y artículos (consumismo), que nada tienen que ver con nacimiento del Niño Dios, pareciera que la navidad es sólo para los que tienen posibilidades económicas. ¿Así fue la primera navidad y se necesitó tanta cosa? La primera navidad tuvo “algo” que hoy no tenemos por más avanzados y civilizados que nos creamos. Si no estás conforme lee Lc 2, 1-20 y así te enteras al menos de lo que intento decir, escribir y lo que significa la navidad.
En esta ocasión, inconscientemente, previas a la navidad, algunas empresas y individuos después de quitarle el pan de cada día al que más necesita quieren calmar el reclamo de sus conciencias con sus miserables regalos, chocolatadas y bailecitos, cuando el resto del año nos les importa los pobres ni los niños, sino solo acumular más y más alterando las balanzas y papeles. Aquí también se incluyen a los políticos y otras autoridades, sobre todo la del Perú, que aparentar ser corderos-buenos cuando son tremendos zorros-ladrones ávidos de carne, hueso, cargos e intereses. Celebran la navidad sí, pero con hipocresía y disimulo. Por ello, la navidad no es navidad.
En las familias, si todavía podemos hablar realmente de familia, no hay navidad si el resto del año, los que componen, se pasan sin prestarse atención, sin darse un abrazo sincero cálido, sin saber escucharse y animarse, sin decirse un “te quiero”, “gracias” y “perdón”, sin ofrecerse algún presente y detalle, sin felicitarse por los pequeños sacrificios y logros. Si miramos con realismo nuestros hogares tantos niños creciendo sin el cariño y el amor de sus padres, tantos jóvenes que no son escuchados y valorados, tantas mujeres que -son pretexto de libertad e igualdad- denigran su dignidad, tantos ancianos abandonados y olvidados, tantas personas son presa de injusticias y abusos, etc. No podemos compensar todo ese descuido e irresponsabilidad con un regalo o una cena. Por ello, navidad no es navidad.
La navidad -y todas las actividades navideñas- sin Jesús (Dios hecho niño) es sólo egoísmo, tranquilizante de conciencias, propaganda y marketing individual o colectivo. Sin Jesús la alegría no es alegría, el amor tampoco es amor. Sin Jesús la cena de noche buena no es buena ni sabrosa. Sin Jesús la vida es más ruidosa que silenciosa y ternura. Donde no está Jesús hay mucho ruido y griterío. Sin Jesús el corazón humano sigue vacío y quebrado. Sin Jesús, después del festín, sigue la soledad y la melancolía. Sin Jesús el saludo de “feliz navidad” es diplomacia o simplemente el anuncio de que existes. Por ello, la navidad sin Jesús no es navidad.
Desde que Dios se encarnó (se hizo carne -se solidarizó - nació) en nuestra humanidad, ya nadie por más pobre e insignificante que sea -al final todos somos pobres- camina en tinieblas ni nadie ha de sentirse solo y abandonado. Dios se hizo pobre para todos y a todos nos espera y nos ofrece su amor en el humilde y sencillo pesebre. En el pesebre está todo lo que el corazón necesita, allí nos amó y se deja sentir. Él fue el primero que no encontró un lugar donde nacer y siente lo que significa ello, por ello acoge y sonríe tiernamente al corazón abatido. Solo allí encontramos, tú y yo, la verdadera alegría, amor y paz que necesitamos y podemos ofrecer.
La navidad es estar en el pesebre y comprender que no hace falta el regalo ni los cuetecillos. Dios es tu regalo y tú eres el mejor regalo para Dios. Tú eres el regalo de Dios para el mundo. Cuando amas y compartes sinceramente con los tuyos (prójimo), dejando de lado el resentimiento, el odio y afán egoísta, se da la verdadera navidad, se anuncia la buena noticia de la salvación, de la alegría, del amor. Cuando haces las cosas con y por amor, entonces vuelven a cantar el coro de ángeles: “Gloria Dios en el cielo y en la tierra paz y alegría”. Cuando en tu corazón vence el amor al odio es navidad, nace la luz y la esperanza. Por ello, haz (hagamos) que la navidad sea todos los días, no sólo diciembre de cada año. ¡Que esos sentimientos navideños estén siempre en tu corazón y sepas darlo a cada instante!