DECÁLOGO ECUMÉNICO POR LA PAZ

La paz es un valor y un deber universal, que no ha de ser concebido como ausencia de guerras o como equilibrio estable entre dos fuerzas antagónicas. La paz es fruto de la justicia y del amor. No hay paz sin justicia ni justicia sin amor. La paz peligra cuando al hombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto hombre, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no esta orientada hacia el bien común, la felicidad y la realización plena de todas las personas. Es tarea y responsabilidad de todos promover y fomentar la paz. Como signo de nuestro compromiso por la paz universal, al unísono, recitemos el siguiente decálogo:

1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso, y condenamos cualquier recurso a la violencia y a la guerra en nombre de dios o de la religión; nos comprometemos a hacer todo lo posible para erradicar las causas del terrorismo.

2. Nos comprometemos a educar a las personas en el mutuo respeto y estima recíproca, para que se pueda llegar a una coexistencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, cultos y religiones diferentes.

3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que se desarrollen la comprensión y la confianza mutuas entre los individuos y los pueblos, porque esas son las condiciones para una paz auténtica.

4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona a una vida digna, de acuerdo con su identidad cultural, y a fundar libremente su propia familia.

5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos separa una barrera infranqueable, reconociendo más bien, al contrario, que el encuentro con la diversidad de los otros puede ser ocasión para una mayor comprensión mutua. 

6. Nos comprometemos a perdonarnos recíprocamente los errores y prejuicios del pasado y del presente, y a apoyarnos en el esfuerzo común para vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y para aprender del pasado que la paz sin justicia no es una paz verdadera.

7. Nos comprometemos a estar junto a los que sufren la miseria y el abandono, haciéndonos voz de cuantos no tienen voz y actuando concretamente para superar tales situaciones, convencidos de que nadie puede ser feliz en solitario. 

8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de cuantos no se resignan a la violencia y al mal, y deseamos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y paz.

9. Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que, sin un entendimiento sólido entre los pueblos, el progreso tecnológico expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte.

10. Nos comprometemos a pedir a los responsables de las naciones que realicen todos los esfuerzos posibles para que, a nivel nacional e internacional, se construya y fortalezca un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia. 


“No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”